Ben se enamora perdidamente de Anna, una niña polaca que llega nueva a la escuela. Es pobre y su padre está en el paro, pero Ben enseguida comprueba que con Anna se pueden compartir muchas cosas: una cabaña abandonada, un baño en el río, una comida familiar en un remolque. La escritura directa de este autor deja en el relato trazos del auténtico deslumbramiento por la vida que solo ocurre en la infancia.
Anna y sus padres acaban de regresar a Alemania, después de vivir unos años en Polonia. Pero a la joven todo en su país le resulta ahora extraño. La cultura y las costumbres han cambiado mucho y sus compañeros piensan que es un bicho raro.