No hace falta cargarse de pesados argumentos o pertrechos para salir de casa cada mañana. Una memorable frase de Vasili Grossman que sirve como pórtico al libro, nos recuerda que son justamente las almas sin coraje las que -fatalmente- suelen cargarse con un exceso de armamento para combatir. Una posición crítica y una vida decente nos bastan para persistir, para seguir luchando y para mantener cada cosa en su centro y también para que no ande todo el mundo, como nos recordaba el añorado Jesús Delgado Valhondo, como huyendo. El autor cuenta con experiencia y sabe que vivimos tiempos difíciles en los que hay que seguir apostando por la inquietud. Las páginas de este libro han querido cultivar la verdad y nos ofrecen su fruto con sencillez. Y hasta nos descubren, quizá, esa mirada desnuda del poema que nos habla desde una paradoja de tiempo y de silencio.