La puta y el gigante es un monólogo ritmado, poético, incisivo, pero su gran valor no radica en su forma (también contenido) sino en su valentía informativa con nombres y apellidos. El teatro vuelve a ser un documento para investigar la realidad. Ante la construcción de la mentira y del silencio, esta obra es un relato de la lucha de la tierra y sus protagonistas estrangulados por los medios de comunicación. Y la información, en esta especie de teatro periodístico, fluye a través de la metáfora: el gigante y la puta. Los impunes gigantes y las obedientes putas.