La Infanta Juana de Castilla y Aragón, tercera hija de los Reyes Católicos, no estaba llamada por ley natural a irrumpir en la Historia con el vigor que lo hizo. Ésta le tenía reservado un papel mucho más modesto, toda vez que en el orden sucesorio a tales Coronas, ocupaba un tercer lugar... Thanatos le facilitó la sucesión al abrazar a la línea sucesoria de mejor Derecho para entregarle, a la muerte de la gran Isabel, la Corona de Castilla, a ella, una princesa de débil psique, con marcada patología de conducta, que derivó en fuertes depresiones, y que encontraban su causa en los enormes celos que le hacía sentir su enamoradizo marido, Felipe de Borgoña y Habsburgo, que la arrojaban, abandonada de sí misma, a una vida en sombras.