Desde el primer momento, Lucrecia Borgia recibió una esmerada educación, en una de las épocas de mayor esplendor de la cultura occidental, el Renacimiento, pero también desde su primera infancia tanto su padre el papa Alejandro IV como su hermano César decidieron convertirla en instrumento de sus ambiciones políticas. Geneviève Chauvel, que en Reina por amor y Eugenia Montijo ya dio muestras de una rara sensibilidad para comprender a grandes personajes femeninos de la historia, nos muestra los claroscuros del personaje.
Lucrecia Borgia (14801519), fue un personaje sometido a las tensiones entre los diversos estados europeos en un momento de gran conflictividad, y convertida ella misma por su padre Alejandro IV y su hermano César en un instrumento de negociación política. Ya desde muy joven deslumbró a sus contemporáneos por su extraordinaria belleza y por su refinada educación, pero ello no impidió que se cernieran sobre ella todo tipo de rumores y maledicencias que en muchos casos han pasado a la historia oficial. Sus sucesivos enlaces matrimoniales, que respondieron siempre a tácticas políticas, tuvieron en su mayoría desenlaces infelices, hasta que, casada con el duque de Ferrar, se estableció lejos de su familia y pudo así huir de su influencia.