Este libro intenta arrojar luz sobre lo que hasta ahora ha sido una terra incognita en los estudios sobre Juan de la Cruz: el posible impacto que los cursos de lenguas semíticas de Salamanca pudieran haber tenido sobre la obra del poeta. Gracias a los Libros de visitas a cátedra de la Sala de Manuscritos de la Universidad, hoy sabemos que el maestro Martín Martínez de Cantalapiedra incluía en su curso no sólo el hebreo y el caldeo, sino el árabe, que enseñaba con el manual de la Yurrumiyya. El cantapetrense impartía su clase de lenguas precisamente durante el cuatrenio (1564-1568) en el que el poeta, bajo el nombre de fray Juan de Santo Matía, cursó estudios en la ilustre Universidad. Las lenguas semíticas, con su plurisemia característica y su libérrima proclividad al delirio verbal, fueron el eje de polémicas tan encendidas en Salamanca que es imposible pensar que no llegaran a oídos de Juan de la Cruz y que no tocaran de alguna manera sus versos místicos, tan familiarizados con el Cantar de los cantares. Estas páginas levantan, pues, interrogantes obligadas acerca del ambiente cultural que pudo haber coadyuvado a que Juan de la Cruz se animara a escribir la poesía más misteriosa del Siglo de Oro español.