Aunque las tres partes de este libro remiten al lenguaje de lo digital, creo que Fran Fernández descubrió hace tiempo que el amor es un disco. Un disco de vinilo, de esos que antes de desaparecer del todo ya se han puesto de moda otra vez. Esos discos tienen dos caras, A y la B. Digamos que una para el amor que es y la otra para el amor que fue. Fran agrega una tercera cara al dico, virtual y necesaria: el amor que no llegó a ser, por cobardías propias o prestadas.