TASCÓN, MARIO / QUINTANA SERRANO, YOLANDA
Se extiende por el mundo una nueva forma de activismo social. En los últimos años hemos presenciado las revueltas árabes, las filtraciones de secretos de las embajadas de EE UU y los gobiernos de todo el mundo a través de Wikileaks, las acciones del colectivo de ciberatacantes Anonymous contra compañías como Visa o Amazon o la campaña electoral basada en redes sociales que llevó a Obama a la presidencia de Estados Unidos. Con la popularización de las redes sociales la gente tiene a su alcance unas poderosas herramientas para protestar contra los gobiernos, los políticos o las grandes empresas. Lo que hasta hace escasos años era privilegio de los pocos expertos que manejaban Internet, se está democratizando con las nuevas herramientas y la simplificación de la capacidad de emitir mensajes y relacionarse rápidamente con otras personas, sin importar la edad, el sexo, la religión o el lugar del mundo en el que se encuentran. Cualquiera puede ser un cabecilla o puede apoyar con facilidad un movimiento, la difusión de una idea que comparta o con la que no esté de acuerdo. Mientras, los poderes clásicos asisten con estupefacción a un mundo en el que el "control" sobre los clientes, lectores, espectadores y trabajadores se les escapa de las manos.