Javier Sánchez Menéndez comenzó a escribir los libros de Fábula en los años noventa, en unos cuadernos marrones que existen en la realidad, como existen realmente, y conviven con el hombre, el poeta, el niño, la madre, la tía Juana, Loreto, los animales, los paisajes y el resto de elementos que se entrelazan en el conjunto de los diez libros de Fábula. Los años, las lecturas, las relecturas, la escritura y la reescritura, han hecho de su labor un equipaje que se hace más pequeño, en busca de la esencia. Pero el autor vive, en la realidad, en un presente que es pasado, y en un pasado que es presente, sin que haya forma de diferenciar ambas experiencias, de ahí que se conviertan en existencia y queden entrelazadas en una obra que es, sobre todas las cosas, sincera.