Vivimos en un universo producto de la evolución y en evolución, causa fundante de toda la realidad conocida. Los datos y aportaciones teóricas provenientes de la biología, la física y la cosmología, han puesto hace tiempo las bases de una verdadera revolución científica y su debido reflejo en un nuevo paradigma evolucionista. Sigue pendiente, sin embargo, establecer una epistemología, desde una concepción materialista, monista, inmanente y evolutiva, como fundamento y condición metodológica para todo conocimiento científico. En esa dirección se situó la obra del biólogo y bioquímico Faustino Cordón (1909-1999). Su teoría de unidades de niveles de integración, plantea la necesidad de avanzar hacia una ciencia global evolucionista para dotar de unidad y coherencia al conjunto de las ciencias físicas y biológicas. En este ensayo se defiende que una de las connotaciones del nuevo marco teórico es el carácter contingente, consustancial a los procesos que permiten el hecho mismo de la evolución y, a la vez, compatible con el principio de causalidad. La contingencia, opuesta al determinismo necesarista, se constitu