Jesús es Dios. Esta es una confesión de fe absolutamente incuestionable. Pronunciar estas palabras puede dar por hecho el conocimiento de quién es Dios antes de saber nada sobre Jesús. Sin embargo, esto no es lo que enseñan las Escrituras. Según los Evangelios está claro que nosotros no conocemos plenamente a Dios, ni sabemos quién es él realmente. Para eso tuvo que aparecer en la historia Jesús de Nazaret. Por lo tanto, tendríamos que admitir que no sabemos lo que hay detrás de la Palabra de Dios a no ser, precisamente, porque Dios se ha encarnado: «A Dios nadie le ha visto jamás, el unigénito Hijo que está a la diestra del Padre, él le ha dado a conocer» (Juan 1:18).