"Le Clézio resume la extraordinaria tradición de la literatura francesa, que representa en su más alto nivel." Carlos Fuentes "Uno de los mejores novelistas franceses actuales." Juan Goytisolo "Refleja una inquietud absolutamente insaciable." The New York Times «Nuestro siglo no es ya un siglo de tesoros. Es un siglo de consumo y de huida, un tiempo de fiebre y de olvido. Las aves marinas son los últimos testigos de un enigma que pronto será devorado por las tempestades y el mar.» J. M. G. Le Clézio, que siempre nos sorprende por la lucidez con la que hablan los seres que habitan su obra, escribió este Viaje a Rodrigues tras la publicación de El buscador de oro. Rodrigues es una pequeña isla del archipiélago de las Mascareñas, pero Le Clézio confiesa que a su llegada quedó totalmente seducido porque es «un lugar infinitamente salvaje, no es un lugar hecho para el hombre». Ahí, en ese universo volcánico y mineral -elementos que siempre han fascinado al autor- descubre correspondencias entre la topografía de la isla y las constelaciones, y adivina en esa coincidencia un componente mítico. Rodrigues, donde supuestamente se esconde el tesoro de un corsario, guarda muchos otros secretos que retienen para siempre a sus visitantes. Ya su abuelo había intuido en ella la armonía del mundo... Viaje a Rodrigues es, como El buscador de oro, la historia de una iniciación, y en ambas los protagonistas, a pesar de saber que su empresa está condenada al fracaso, descubren el placer de emprender una búsqueda mucho más ambiciosa en la que tiene más valor el hecho de sostener en la mano una piedra volcánica -«No puedo decir todo lo que esta piedra me ha hecho», afirma Le Clézio- que el encontrar el tesoro del pirata.