Durante el siglo XI en España los cristianos y los musulmanes peleaban todo el rato. Guerrear era la mejor manera de tener razón y, ¡hala!, cada dos por tres se montaban una guerra los unos a los otros. Y el guerrero más famoso era Rodrigo Díaz, el Cid Campeador, que no era conde ni nada, pero era fuerte y sonriente como un vikingo. Ganaba todas las batallas, tenía una barba estupenda y encima se montó su propio reino para él solito! ¿A qué esperas para conocer las formidables aventuras del Cid y sus amigos?