Es agridulce y tierno, como un soplo de aire fresco y honesto. Es un canto a la libertad y a la elección de escribir como salga del bajo vientre (o entrañas), pero desde la calidad. Las vivencias pasadas y las sensaciones variopintas que aparecen, vienen y van, amores perdidos (otros ganados), cuestiones trascendentes sobre la vida y uno mismo, el absurdo de jugar con la palabra hasta el final confluyen y se entremezclan. Este poemario es su despedida de los versos.