23 de agosto de 1971. María Gómez Cámara removía unos pimientos fritos en el fogón de la cocina de su casa de Bélmez de la Moraleda, en Jaén, cuando una mancha en el suelo, que dibujaba una cara humana, le llamó la atención. A lo largo del tiempo continuaron surgiendo otras caras hasta convertirse en uno de los fenómenos mediáticos más famosos de las últimas décadas, un suceso paranormal todavía hoy, medio siglo después, sin resolver. Comenta la autora: «Crecí con el misterio de las caras. Pude verlas en mi adolescencia y conocer a la que luego sería la protagonista de esta novela. Ese misterio, la curiosidad, puede que incluso el miedo que sentí cada vez que visité ‘la casa de las caras', me acompañaron durante muchos años. Escribir esta novela era el modo de exorcizar los recuerdos».