Guibrando Viñol no es ni guapo ni feo, ni gordo ni flaco. Su trabajo consisteáen destruir lo que más ama: es el encargado de supervisar la Cosa,ála abominable máquina que tritura los libros que ya nadie quiere leer. Aláfinal de la jornada, Guibrando saca de la entrañas del monstruo las pocasápáginas que han sobrevivido a la carnicería. Cada mañana, en el trenáde las 6.27, se dedica a leerlas en voz alta para deleite de los pasajerosáhabituales. Un día descubre por casualidad una pieza de literatura atípicaáque le cambiará la vida.La amistad une a un grupo de personajes aparentemente anodinos,áprobables compañeros invisibles de nuestros viajes cotidianos en tren,áque esconden mundos extraordinarios donde todo es posible: un vigilanteáde seguridad que habla en verso, una princesa cuyo palacio es unáaseo público, un mutilado que busca sus piernas. En una mezcla insólitaáde humor negro y dulzura, celebramos con ellos el triunfo de los incomprendidos.á
Guibrando Viñol no es ni guapo ni feo, ni gordo ni flaco. Su trabajo consiste en destruir lo que más ama: es el encargado de supervisar la Cosa, la abominable máquina que tritura los libros que ya nadie quiere leer. Al final de la jornada, Guibrando saca de la entrañas del monstruo las pocas páginas que han sobrevivido a la carnicería. Cada mañana, en el tren de las 6.27, se dedica a leerlas en voz alta para deleite de los pasajeros habituales. Un día descubre por casualidad una pieza de literatura atípica que le cambiará la vida.
La amistad une a un grupo de personajes aparentemente anodinos, probables compañeros invisibles de nuestros viajes cotidianos en tren, que esconden mundos extraordinarios donde todo es posible: un vigilante de seguridad que habla en verso, una princesa cuyo palacio es un aseo público, un mutilado que busca sus piernas. En una mezcla insólita de humor negro y dulzura, celebramos con ellos el triunfo de los incomprendidos.