El libro de los condenados fue la primera obra de no ficción publicada por el autor Charles Fort (primera edición, 1919). En él estudia diversos tipos de fenómenos anómalos, incluyendo los ovnis, las caídas extrañas de materiales orgánicos e inorgánicos desde el cielo, los fenómenos climáticos raros, la posible existencia de criaturas estudiadas como seres mitológicos, desapariciones de personas en extrañas circunstancias, y muchos otros fenómenos. El libro es considerado históricamente como el primer escrito en el campo específico de la rareza. El título del libro hace referencia a lo que denominó los malditos -los datos que habían sido condenados o excluidos- por la ciencia moderna debido a que no se ajustaban a las directrices marcadas. La forma en que Fort los analizó, era totalmente contraria a cómo lo hacían los científicos más famosos, ya que tomó el camino de lo impopular, de lo que se salía de la línea marcada. También comparó la cerrazón de muchos científicos a la de los fundamentalistas religiosos, lo que implica que la supuesta "batalla" entre la ciencia y la religión es sólo una cortina de humo para afirmar que, en su opinión, la ciencia es simplemente de facto un tipo de religión. Este es un tema que Fort desarrollaría con más ahínco en sus últimos trabajos.
El libro de los condenados fue la primera obra de no ficción publicada por el autor Charles Fort (primera edición, 1919). En él estudia diversos tipos de fenómenos anómalos, incluyendo los ovnis, las caídas extrañas de materiales orgánicos e inorgánicos desde el cielo, los fenómenos climáticos raros, la posible existencia de criaturas estudiadas como seres mitológicos, desapariciones de personas en extrañas circunstancias, y muchos otros fenómenos. El libro es considerado históricamente como el primer escrito en el campo específico de la rareza.
El título del libro hace referencia a lo que denominó los malditos -los datos que habían sido condenados o excluidos- por la ciencia moderna debido a que no se ajustaban a las directrices marcadas. La forma en que Fort los analizó, era totalmente contraria a cómo lo hacían los científicos más famosos, ya que tomó el camino de lo impopular, de lo que se salía de la línea marcada. También comparó la cerrazón de muchos científicos a la de los fundamentalistas religiosos, lo que implica que la supuesta "batalla" entre la ciencia y la religión es sólo una cortina de humo para afirmar que, en su opinión, la ciencia es simplemente de facto un tipo de religión. Este es un tema que Fort desarrollaría con más ahínco en sus últimos trabajos.