Este libro reúne 21 ensayos pensados desde un cierto nihilismo de raíz benjaminiana y una razonable duda posmoderna, posición crítica con el programa transhumanista y contra-ilustrado que se está imponiendo en algunos círculos neorreaccionarios occidentales.
Son ensayos que miran desde el futuro, desde un mundo de postrimerías, como si ya todo hubiera pasado. Y como si, en efecto, hubiéramos podido «escapar del futuro con la dignidad intacta», según la hermosa laudatoria que dedicó Cornelio Tácito a su suegro Cneo Julio Agrícola, a la hora de escribir su «Vita». Puesto que la tarea humana más difícil consiste en saber escapar airosamente del futuro, que es desde donde se juzgará la calidad de nuestros actos. El autor aborda algunas cuestiones de convivencia tecnoética, social, identitaria en el marco de lo que denomina la «galaxia rural». Lo hace con cierto tono de acabamiento, de fin de las humanidades, de persiana que se cierra, de que estamos a punto de apagar muchas luces, aunque no sepamos bien cuáles son. A pesar de ello, José Tono Martínez confía en los jóvenes, que sabrán afrontar cambios sin ataduras a viejos prejuicios, vislumbrando el engaño de patrias y banderas, renunciando a sacrificar en los altares del oro, de la mediocridad, de la seguridad como paradigma del miedo, aprendiendo a compartir el trabajo, y a «ralentizar» el tiempo. Jóvenes dispuestos a mejorar el mundo que heredan, confiando, se nos dice, en que «desconfíen de nosotros y que nos releven pronto del puente de mando». Dos pensadores contemporáneos abren y cierran este libro: Concha Roldán, con un prólogo, y Javier Echeverría, con un epílogo.