El libro responde a lo esperado por el público cortesano del Seiscientos (marco a la italiana, personajes-narradores, peripecia basada en el enredo) y hace gala de los estilemas que convirtieron a Castillo en un todo un «profesional de la escritura». La obra nos sumerge además en el ambiente festivo típico del siglo de los Austrias menores, ya que, con motivo de la celebración de unas bodas, el autor da cumplida noticia sobre el carácter espectacular y la esmerada ornamentación de dichos fastos.