El mundo está cambiando deprisa y nos plantea muchos desafíos a los que hemos de dar respuesta por el bien de las generaciones actuales y venideras: la desigualdad y desempleo, el cambio climático, la cuestión de la diversidad, la tecnología, el modelo de empresa y el ruido incesante en el que vivimos, entre muchos otros. Para dar solución a estos retos, para poder vivir en un mundo tan cambiante que genera una desorientación extrema, hay una solución fundamental: la educación. La educación debe prepararnos para enfrentar estos retos, pero debe ir más allá, puesto que no debe olvidar nuestra naturaleza humana. Por supuesto, nos debe preparar para adquirir los conocimientos y las capacidades que nos permitan trabajar en el siglo XXI, pero no podemos olvidar que el hombre es mucho más que un mero productor y que tiene el derecho a lograr su mejor versión incluso en un entorno tan cambiante e incierto.