En un mundo en el que China y otros países emergentes están en auge, el poder y presencia de la Unión Europea es cada vez más marginal y su voz más débil. En las negociaciones sobre el cambio climático, cuando se trata de promover la democracia y los derechos humanos más allá de sus fronteras o a la hora de defender sus intereses en foros como el G-20, Europa no habla ni actúa con una sola voz. Sin embargo, no puede decirse que la UE sea débil o que carezca de poder. Todavía hoy, es la mayor economía del mundo, el segundo bloque comercial, el mayor donante de ayuda al desarrollo y la segunda fuerza militar del planeta. Europa, argumenta este libro, es poderosa, pero introvertida, y su poder lo ejerce de forma fragmentada. Aunque el proyecto europeo esté en crisis, su declive no es inevitable. Reflexionar sobre sus debilidades es el primer paso para comenzar a superarlas.