FRAY JOSE DE BARCELONA (1739-1800) DOS MAESTROS DE CAPILLA

FRAY JOSE DE BARCELONA (1739-1800) DOS MAESTROS DE CAPILLA

VILLANCICO A 10, CON VIOLINES, AL SANTO NACIMIENTO

22,90 €
IVA incluido
Disponible entre 3-6 días
Editorial:
ALPUERTO, EDITORIAL
Año de edición:
Materia
Música obras generales
ISBN:
978-84-381-0486-6
Páginas:
56
Encuadernación:
FOLIO - RUSTICA
Colección:
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La relación existente entre los monasterios jerónimos de Guadalupe y de San Lorenzo del Escorial y sus consecuentes intercambios de música y músicos, han propiciado que José Sierra, cuyo trabajo se centra habitualmente en el Monasterio del Escorial, haya realizado algunos estudios sobre la música en el monasterio cacereño. Entre ellos cabría apuntar La Música en el Monasterio de Guadalupe, en Guadalupe de Extremadura: dimensión hispánica y proyección en el Nuevo Mundo. Estudios y crónica del Congreso celebrado en Guadalupe en 1991 (edición a cargo de Fr. Sebastián García, Junta de Extremadura, 1993) y las notas, selección y coordinación en la investigación musicológica para el disco Monasterio de Guadalupe. Maestros de Capilla. S. XVIII. Además de las lógicas y obligadas semejanzas e identidades que ha de tener la música en centros de la misma orden, ambos monasterios nos han mostrado lugares comunes en cuanto al uso de la polifonía, la evolución de los estilos o la crítica y la reflexión estética sobre ellos. De ahí la importancia que tienen los estudios paralelos en instituciones asimismo paralelas. El villancico que se presenta en esta edición es un claro ejemplo. La música del villancico de Navidad Dos Maestros de Capilla del compositor jerónimo de Guadalupe José de Barcelona (1739-1800) debió escribirse entre 1773 y 1794, fechas en las que se datan casi todas sus obras. Su texto ya fue utilizado en 1764 por el también jerónimo Antonio Soler (1729-1783) en el Monasterio del Escorial. Aunque para el conocimiento, la prestación y la reutilización del texto contribuyeron, sin duda, los intercambios entre los dos monasterios, la causa debió ser la popularidad que alcanzó su argumento. Sabemos que el villancico de Antonio Soler fue un éxito en El Escorial por el hecho de que en 1782 tuvieron que reponer los papeles de música, ya gastados por su uso año tras año. El texto alude a la Oposición que hacen dos músicos para dilucidar quién va ser el Maestro de Capilla en la catedral de Belén, donde ha nacido el Niño Dios. Uno (el Maestro Antiguo) defiende el estilo antiguo (la polifonía clásica, el estilo grave propio de la Iglesia representado por el motete y el canto a capella); el otro (el Maestro Moderno) defiende el estilo moderno (ligero, a la manera de la música italiana, con arias, minuetes, etc.). Lo novedoso no es la lucha de los estilos, siempre presente a lo largo de toda la historia de la música, y muy en concreto en el propio siglo XVIII. Cada uno de los maestros ironiza sobre el estilo del contrario intentando ridiculizarlo; a la vez, defiende el suyo propio y utiliza su forma y su técnica más representativas como las adecuadas para la dignidad de la sede del Niño que acaba de nacer. En definitiva, se trata de discernir el carácter más apropiado para la Iglesia. Pero en los años de la segunda mitad del siglo XVIII ya no se trataba de una lucha real: el villancico venía a ser un recuerdo irónico de enfrentamientos pasados. Y, efectivamente, al final, todo termina sin Oposición: ambos Maestros cantan juntos una pieza y concluyen que los dos estilos son válidos para la Iglesia "si se emplean en alabar a Dios". Tanto el castizo texto dieciochesco como la hiperbólica música contrastante confieren al villancico un carácter enormemente teatral. Además, de la didascalia referida al Maestro de Capilla Antiguo que se encuentra entre los papeles de música de El Escorial se deduce que esos elementos se aprovecharían para una "puesta en escena", más allá de una mera ejecución musical.

La relación existente entre los monasterios jerónimos de Guadalupe y de San Lorenzo del Escorial y sus consecuentes intercambios de música y músicos, han propiciado que José Sierra, cuyo trabajo se centra habitualmente en el Monasterio del Escorial, haya realizado algunos estudios sobre la música en el monasterio cacereño. Entre ellos cabría apuntar La Música en el Monasterio de Guadalupe, en Guadalupe de Extremadura: dimensión hispánica y proyección en el Nuevo Mundo. Estudios y crónica del Congreso celebrado en Guadalupe en 1991 (edición a cargo de Fr. Sebastián García, Junta de Extremadura, 1993) y las notas, selección y coordinación en la investigación musicológica para el disco Monasterio de Guadalupe. Maestros de Capilla. S. XVIII.
Además de las lógicas y obligadas semejanzas e identidades que ha de tener la música en centros de la misma orden, ambos monasterios nos han mostrado lugares comunes en cuanto al uso de la polifonía, la evolución de los estilos o la crítica y la reflexión estética sobre ellos. De ahí la importancia que tienen los estudios paralelos en instituciones asimismo paralelas. El villancico que se presenta en esta edición es un claro ejemplo.
La música del villancico de Navidad Dos Maestros de Capilla del compositor jerónimo de Guadalupe José de Barcelona (1739-1800) debió escribirse entre 1773 y 1794, fechas en las que se datan casi todas sus obras. Su texto ya fue utilizado en 1764 por el también jerónimo Antonio Soler (1729-1783) en el Monasterio del Escorial. Aunque para el conocimiento, la prestación y la reutilización del texto contribuyeron, sin duda, los intercambios entre los dos monasterios, la causa debió ser la popularidad que alcanzó su argumento. Sabemos que el villancico de Antonio Soler fue un éxito en El Escorial por el hecho de que en 1782 tuvieron que reponer los papeles de música, ya gastados por su uso año tras año.
El texto alude a la Oposición que hacen dos músicos para dilucidar quién va ser el Maestro de Capilla en la catedral de Belén, donde ha nacido el Niño Dios. Uno (el Maestro Antiguo) defiende el estilo antiguo (la polifonía clásica, el estilo grave propio de la Iglesia representado por el motete y el canto a capella); el otro (el Maestro Moderno) defiende el estilo moderno (ligero, a la manera de la música italiana, con arias, minuetes, etc.).
Lo novedoso no es la lucha de los estilos, siempre presente a lo largo de toda la historia de la música, y muy en concreto en el propio siglo XVIII. Cada uno de los maestros ironiza sobre el estilo del contrario intentando ridiculizarlo; a la vez, defiende el suyo propio y utiliza su forma y su técnica más representativas como las adecuadas para la dignidad de la sede del Niño que acaba de nacer. En definitiva, se trata de discernir el carácter más apropiado para la Iglesia. Pero en los años de la segunda mitad del siglo XVIII ya no se trataba de una lucha real: el villancico venía a ser un recuerdo irónico de enfrentamientos pasados. Y, efectivamente, al final, todo termina sin Oposición: ambos Maestros cantan juntos una pieza y concluyen que los dos estilos son válidos para la Iglesia "si se emplean en alabar a Dios". Tanto el castizo texto dieciochesco como la hiperbólica música contrastante confieren al villancico un carácter enormemente teatral. Además, de la didascalia referida al Maestro de Capilla Antiguo que se encuentra entre los papeles de música de El Escorial se deduce que esos elementos se aprovecharían para una "puesta en escena", más allá de una mera ejecución musical.