Los Espíritus de la Naturaleza, a quienes deberíamos considerar como los habitantes autóctonos de la Tierra, han sido expulsados de diversas partes de ella por la invasión del ser humano, al igual que lo ocurrido con muchas especies de animales salvajes. Los Espíritus de la Naturaleza evitan las grandes ciudades y todo lugar donde se reúnan muchedumbres humanas, por lo que allí apenas se nota su influencia. Pero en los tranquilos parajes rurales, en bosques y campos, en las montañas y en alta mar, están siempre presentes estos seres y su influencia es poderosa y omnipresente. Los Espíritus de la Naturaleza constituyen una evolución aparte, completamente distinta hoy por hoy, de la evolución humana. No tienen deseos ni conocen las enfermedades, ni la lucha por la existencia, por lo que están exentos de las más habituales causas de sufrimiento humano.