"De niño leí bastante, pero sin pensar que leer me gustara, leía por leer y nada más; y así empecé a escribir en la adolescencia, escribía por escribir y nada más. No tenía, ni mucho menos, una conciencia estética; tampoco una voluntad estética. Pasé muchos años escribiendo para mi mismo. Incluso mi hija nació antes que mi primer libro. Desde entonces, sin embargo, he hecho más libros que niños. ¿Merece la pena mencionar los libros que he escrito? ¿Aquellos que más aprecio? Me es imposible; al fin y al cabo, cada libro es una pequeña frustración, y no por el tema del éxito o porque las críticas hayan sido buenas o malas, no. Confesaré la verdad de manera que nadie pueda oírme: quiero ser un dios, y crear mi propio universo, pero uno verdadero, que sea tangible, no imaginado. Pero no es posible. He llegado a pensar que tal vez sea más fácil ser Satán, pero si el propio Rimbaud fracasó en eso, a estas alturas será inútil. Ahora ya sabéis la verdad de la verdad".