Esta obra es una reivindicación de la figura de Giner de los Ríos como uno de los más grandes hitos de la historia del pensamiento español al anticipar teorías filosóficas, científicas, políticas, morales, legales que se desarrollarán en el siglo XX, ocupando en todos los casos el hombre y lo humano un puesto central: un hombre, en torno al cual se contextualiza el mundo ético del krausismo, en el que cada uno de nosotros está abocado al bien como deber vital. Concilia la autonomía del ciudadano con valores universales, desarrollando todo un sistema humanista racional, liberal y abierto a lo social.
Otro rasgo de su pensamiento es su modernidad: su objetivo es reformar las estructuras del país a través de la educación: el aspecto más conocido de su obra y cuyo punto de partida es su antropología. El resultado será la transformación social (en un país tan necesitado de ella), un cambio de la persona no por la razón técnica sino moral: individuos libres en una sociedad que la garantiza. Con ello busca la creación de un pueblo adulto por medio de la aplicación de su concepto de Humanidad. Y así, en su búsqueda de una nación de hombres justos y virtuosos nos puso en contacto con el pensamiento europeo: introdujo en nuestro país el krausopositivismo y los avances de la nueva ciencia que se desarrolla desde la segunda mitad del siglo XIX, limitados por la moral.
La Institución Libre de Enseñanza sería el intento de realizar la transformación del hombre, según unos valores de plena vigencia en el presente. Giner fue, en definitiva, el impulsor del èthos de la civilidad, cuyo núcleo central reside en el imperativo categórico kantiano: hacer el bien por el bien mismo.