Estos poemas recrean la vida de los símbolos, y estos a su vez desvelan la realidad. Un poemario que apunta al reconocimiento y a la transformación de nuestro ser.La poética de Raimon Arola parte de la globalización del mundo actual, en la cual, la cultura europea, con su idiosincrasia particular, debe acompañar los nuevos modelos de creación artística y realización espiritual de cualquier lugar. El mejor camino para conseguirlo es reconocer los universos simbólicos y las afinidades íntimas que tienen en común. Esta sería la edad del símbolo. Los poemas se refieren a los símbolos según el modelo de la creación artística y no de la teórica, ya sea filosófica, histórica, religiosa, antropológica, etc. No obstante, el contenido de estas disciplinas aflora en los versos a fin de recrear la vida de los símbolos en aquello que les es familiar: la práctica del arte. Arola opta por recrear los símbolos universales y, sobre todo, por demostrar las conexiones que existen entre ellos, ya que, al fin y al cabo, el simbolismo europeo o de cualquier otro lugar desvela la misma realidad.
Un silencio interminable.y, después, lentamente,como las flores incipientesque amarillean los campos,fueron apareciendo, vibrantes,los nuevos símbolos del universo.Es la edad del símbolo