Don Martín y don Luis han educado de forma totalmente distinta a sus hijas: severo uno, tolerante el otro. Como resultado, Inés, hija de don Luis, es sincera y natural, mientras que Clara, hija de don Martín, es hipócrita y falsa.
Don Claudio, amigo de la familia, había sido destinado a casarse don doña Inés, pero prefiere a doña Clara. La primera aceptaría sólo por obedecer a su padre; la segunda, decide fingir vocación religiosa, por temor a su padre, pero mientras concierta una boda secreta con don Claudio. Sin embargo, una herencia está en juego...
Como buen ilustrado, Moratín muestra su preocupación en esta obra por la educación de los jóvenes y por la existencia de una religiosidad sin hipocresía, una fe no agresiva ni inculta. Escrita en 1791 y representada por primera vez en 1804, el carácter satírico y moral del romance octosílabo de La mojigata la convierte en un modelo de obra teatral de la época, comparable incluso al Tartufo de Molière.