Los relatos de La ocarina del tiempo están habitados por personajes que llevan la derrota impregnada en los ojos; seres solitarios que, a través de mecanismos como la literatura o la música, las drogas o los videojuegos, pretenden, con desigual eficacia, erigir el hogar que palíe su incomunicación y desencanto. Son, en definitiva, trece historias que se adentran en la frustración, un exilio tan trágico como cotidiano en el que, a pesar de todo, cierta resistencia es posible.
Los relatos de La ocarina del tiempo están habitados por personajes que llevan la derrota impregnada en los ojos; seres solitarios que, a través de mecanismos como la literatura o la música, las drogas o los videojuegos, pretenden, con desigual eficacia, erigir el hogar que palíe su incomunicación y desencanto. Son, en definitiva, trece historias que se adentran en la frustración, un exilio tan trágico como cotidiano en el que, a pesar de todo, cierta resistencia es posible.