La construcción de la Real Casa de Miramar, finalizada en el verano de 1893, fue un proyecto promovido por la reina regente Mª Cristina de Habsburgo para servir como residencia de verano de la familia real en San Sebastián. La compra de los terrenos y la obra fueron costeados íntegramente por la reina de su propio patrimonio, que adquirió una serie de terrenos junto al mar,
donde anteriormente había estado enclavado el monasterio de San Sebastián el Antiguo, y encargó el proyecto a Ralph Selden Wornum, arquitecto inglés de prestigio, que diseñó en 1889 un auténtica country house.
La construcción del complejo fue dirigida impecablemente por el arquitecto español José Goicoa, que en todo momento fue auxiliado por Wornum, que fue enviando multitud de dibujos para una obra que presentaba una especial dificultad, dado que todo debía hacerse al estilo inglés, desconocido hasta ese momento en San Sebastián. La colaboración entre ambos dio como resultado una espléndida obra de carácter muy inglés, tanto en su planteamiento general, organización interior, alzados exteriores, materiales de construcción e incluso decoración de sus principales espacios. Así, se introdujo en San Sebastián la moda inglesa dominante en las ciudades balneario europeas. La Casa se rodeó por un magnífico parque trazado por Pierre Ducasse, siguiendo los modelos del jardín paisajista desarrollado en Inglaterra desde el siglo XVIII. La evocación de la naturaleza con su ondulación del terreno, cursos de agua irregulares, arboledas espesas, amplias praderas, plantaciones libremente agrupadas y caminos curvilíneos atravesando el jardín, están presentes en el diseño del jardín de Miramar. La abundante documentación, conservada en diferentes archivos, ha permitido conocer al completo el proceso de génesis, construcción y financiación del proyecto del Palacio de Miramar.