GOMEZ MUNTANE, MARIA DEL CARMEN
Desde el 16 de noviembre de 2010, el Canto de la Sibila de Mallorca está incluido en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Esta circunstancia se considera un hito dentro de la protección del patrimonio cultural español y ha favorecido la aparición de iniciativas de recuperación de tradiciones similares en numerosas localidades. Pero, +tiene sentido hablar de la protección de un ½patrimonio cultural inmaterial+ de la misma manera que hablar de la protección de bienes materiales como edificios o cuadros? Por otra parte, +por qué el Canto de la Sibila sobrevivió en algunos lugares pero no en otros? Y si en estos se pretendiese su recuperación, +cómo hacerlo? +Qué queremos recuperar? +Una versión concreta de un antiguo canto o una costumbre? Y hay más cuestiones, también de singular importancia: los extraños caminos que llevan a unos viejos versos que san Agustín atribuye a la Sibila Eritrea a situarse en la liturgia de la Nochebuena, tras figurar en el famoso sermón del enigmático obispo cartaginés Quodvultdeus; el sentido político de la relación entre el Canto de la Sibila y la nº 422 de las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio; las transformaciones y fusiones de las diferentes sibilas -especialmente la Eritrea y la Tiburtina- en las representaciones litúrgicas; las influencias mutuas entre las interpretaciones ½cultas+ y populares del Canto y la evolución del lugar concreto dentro del espacio del templo en el que se produce esa representación. Por primera vez, un grupo interdisciplinar (tres musicólogos, tres filólogos, tres historiadores del arte y un liturgista) se enfrenta a las diferentes perspectivas desde las que observar una obra compleja, una expresión de cultura viva como es el Canto de la Sibila.
Desde el 16 de noviembre de 2010, el Canto de la Sibila de Mallorca está incluido en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Esta circunstancia se considera un hito dentro de la protección del patrimonio cultural español y ha favorecido la aparición de iniciativas de recuperación de tradiciones similares en numerosas localidades. Pero, ¿tiene sentido hablar de la protección de un «patrimonio cultural inmaterial» de la misma manera que hablar de la protección de bienes materiales como edificios o cuadros? Por otra parte, ¿por qué el Canto de la Sibila sobrevivió en algunos lugares pero no en otros? Y si en estos se pretendiese su recuperación, ¿cómo hacerlo? ¿Qué queremos recuperar? ¿Una versión concreta de un antiguo canto o una costumbre? Y hay más cuestiones, también de singular importancia: los extraños caminos que llevan a unos viejos versos que san Agustín atribuye a la Sibila Eritrea a situarse en la liturgia de la Nochebuena, tras figurar en el famoso sermón del enigmático obispo cartaginés Quodvultdeus; el sentido político de la relación entre el Canto de la Sibila y la nº 422 de las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio; las transformaciones y fusiones de las diferentes sibilas -especialmente la Eritrea y la Tiburtina- en las representaciones litúrgicas; las influencias mutuas entre las interpretaciones «cultas» y populares del Canto y la evolución del lugar concreto dentro del espacio del templo en el que se produce esa representación.
Por primera vez, un grupo interdisciplinar (tres musicólogos, tres filólogos, tres historiadores del arte y un liturgista) se enfrenta a las diferentes perspectivas desde las que observar una obra compleja, una expresión de cultura viva como es el Canto de la Sibila.