Obsesionada por la optimización del tiempo y del rendimiento, la sociedad global ha convertido las categorías de rentabilidad y utilidad en dos pilares que rigen la vida de los ciudadanos como dogmas inquebrantables. Las consecuencias de ello han sido devastadoras para la felicidad. Considerada como algo inútil, la filosofía vuelve a reivindicarse entre humanistas, psicólogos y científicos para devolver a la ciudadanía el sentido profundo de las relaciones.