Han pasado cuatro siglos desde que Pedro Calderón de la Barca creara, allá por 1635, La vida es sueño, y la obra sigue tan vigente como entonces, los personajes viven las mismas pasiones que nosotros y comparten nuestros defectos. El dramaturgo Pedro Víllora ha tomado el texto original para hacer una versión del clásico, manteniendo todas las virtudes y puliendo aquello que pudiera resultar extraño al lector o al espectador actual, acerca el lenguaje y el ritmo a nuestro tiempo y mantiene intacto el drama filosófico y las preocupaciones de Calderón de la Barca: la caída, el pecado original, la expiación, el destino del hombre, el debate entre libre albedrío y predestinación; desengaña ante las vanidades del mundo y nuestras ilusiones; nos recuerda la miseria que es el hombre sin educación, sin cultura, sin valores que lo formen; ataca a quienes pretenden sofocar la libertad bajo el pretexto de evitar sus extravíos y nos enseña las terribles consecuencias de las ideas de aquellos que incitan a las guerras civiles entre personas de una misma nación separados por ideas absurdas, irracionales. Afirma en el pról