Después de haber escrito numerosos libros y otra serie de textos en su actividad profesional como historiador, Luis Ribot nos ofrece aquí una narración mucho más personal, en la que se erige como protagonista y donde fluyen sus recuerdos, sus experiencias o sus impresiones; en definitiva, su propia vida.
Confiesa que esta obra, por su carácter íntimo,
va dirigida de forma preferente a su familia y amigos, aunque no excluye a los lectores que puedan sentirse atraídos por un relato que surge de su percepción
de la fugacidad de la vida y el deseo de permanecer; de construir con las palabras y el lenguaje un dique —por débil que sea— frente a ese destino común
e inexorable que es el olvido.
Centrado en la fase inicial de su existencia, en las primeras horas de ese día que es metafóricamente la presencia de cada individuo en este mundo, reconstruye lo que guarda en su memoria sobre las personas, el entorno, las gentes, los usos y costumbres de los años cincuenta y sesenta del siglo XX;
un tiempo y unas formas de vida ya, inevitablemente, desaparecidos. En sus páginas, combina su evocación de la ciudad —Valladolid, sobre todo— con la más cercana de su familia y los ambientes en que vivió, que rememora con una mirada no exenta de crítica, pero amable e impregnada de nostalgia.