La grandeza de la poesía no reside en su dimensión de respuesta, y se equivoca quien persigue en un verso auto-ayuda alguna: si algo tiene de valioso el buen poema, muy al contrario, es su capacidad para generar preguntas, para afinar la melodía de la interrogación.
Esther Cabrales, poseedora de una voz inconfundible (tan audaz y tan penetrante como poquísimas del panorama contemporáneo), continúa la tarea de indagación de sus anteriores poemarios con esta Lengua muerta en la que todo habla del todo en un idioma desconocido, por lo cercano; presente, por su esencia inalcanzable; íntimo, por su vocación colectiva.
La intuición de la verdad alienta cada línea de este libro; hay un vislumbre de lo real en cada perspectiva, porque late en sus páginas una serena y humilde aceptación de la duda, por encima de la torpeza envanecida del verbo humano.
Francisco José Martínez Morán