Los conciertos que durante casi setenta años se llevaron a cabo en el Palacio de Carlos V de la Alhambra unieron su historia, en 1952, a la del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. La presencia casi todos los años de una gran orquesta sinfónica se convirtió en el evento más culto e ineludible dentro de la programación de las fiestas del Corpus. La audición en tan incomparable marco de las sinfonías de Beethoven, de los fragmentos orquestales de Wagner (en una primera etapa), de las novedosas obras de Debussy, Ravel, Stravinsky o Falla (ya en el siglo XX) permitió que se creara un ambiente cultural propicio para que la ciudad fuese elegida como espacio idóneo de uno de los más prestigiosos festivales de música del mundo.
En este libro se detallan las anécdotas, curiosidades, efemérides, desdichas, desencantos, tribulaciones y entusiasmos que tuvieron lugar, año tras año, desde que un grupo de músicos granadinos formaron una orquesta para actuar en las fiestas de 1883 hasta los conciertos de 1923, año del fallecimiento del maestro Tomás Bretón, cuya figura fue clave en la primera etapa de este importante capítulo de la historia de la música en Granada