Mal olor la obra encubre su sentido por exigencias del arte y no por falsedad, como resultado de una opción de dramaturgia y no como consecuencia de la falta de neutralidad. La dificultad de comprensión o interpretación de lectores y espectadores, lejos de ser engañosa o artificialmente provocada, es compartida por la autora misma. Desde el punto de vista de la autora, el texto propone una reflexión sobre la decadencia, sobre la sensación de crisis (en tanto agotamiento de un periodo y surgimiento de otro) que vivimos en este comienzo de siglo. En tal sentido, Mal olor resulta casi una obra profética de la crisis sin precedentes que sufrimos ahora mismo, cuando redacto estas líneas: la del Covid-19, con el confinamiento, el miedo al desabastecimiento, la desconfianza, la enfermedad y hasta el detalle de la mascarilla de oxígeno. Hay que recordar que se empieza a pergeñar en 2012 y está acabada en 2019, antes de que entrara en escena la terrible pandemia.