Michel de Montaigne (1533-1592) fue un filósofo, «el más amable de todos», que gustaba de pensar a caballo, en el camino, al paso. Enamorado de la diversidad, de la libertad, la sensatez, la lectura y la escritura, el humanismo superior, fue renuente a las grandes ideas y desconfió de los datos, de la memoria. La anotación y escritura de sus Ensayos, producto del azar, de una anécdota, de una conversación o de la lectura de un libro, siempre estuvo al servicio de la vida –«mi oficio y mi arte es vivir»–. Su obra, alejada de la mera elocuencia, encontró, como nos recuerda Stefan Zweig, una única afirmación categórica, siempre repetida: «la cosa más importante del mundo es saber ser uno mismo».
Al tiempo que nos adentramos en el siglo XVI, en aquella época convulsa donde la libertad individual estaba asediada por guerras, violencia e ideologías tiránicas, Malpartida nos propone un encuentro fabulado entre Cervantes y el autor de los Ensayos; nos invita a un curioso picnic con lo más granado de la investigación científica contemporánea; y nos enfrenta a las cuestiones filosóficas y literarias que donde, frente a fanatismos y facciones, nos jugamos nuestra existencia y libertad interior. Mi vecino Montaigne es un diálogo tan sutil como arriesgado con el tiempo presente y con el pasado, y un homenaje implícito a la imaginación reflexiva y literaria.