Una tradición neerlandesa que consiste en abandonar los niños en el bosque durante una noche de verano fue la primera motivación que inspiró la creación de este cuento. La idea es forjar su carácter, dejar que encuentren su propio camino. El profundo rechazo a utilizar el miedo como ideología de dominación del carácter fue el segundo motivo de inspiración. El aprendizaje basado en la experiencia siempre moldeado en base a unos valores que fortalecen la personalidad, ha sido el tercer motivo. La ingenuidad inicial de los niños es el catalizador de esta historia, la cual se va fundiendo con los metales tan preciosos como son los principios que ayudan a conducirse a un ser humano en los momentos más definitivos. La amistad, la curiosidad, la generosidad, la tolerancia son algunos de esos metales que se funden para fabricar comportamientos de liderazgo.