Primero son inseparables: Pietro el hijo de los sirvientes, Paolo elde los señores. Su adolescencia transcurre feliz, en pleno corazón deuna Cerdeña salvaje: juegos, pequeñas trifulcas entre amigos y también Lucía, «una joven acacia silvestre». Entonces a Paolo lo llaman afilas, y por una promesa que parece casi un pacto de sangre se enrolatambién Pietro como voluntario. Y allí ya no hay modo de esconder ladisparidad de su relación, que se impone como las reglas de gramáticaque Paolo antaño le explicaba a Pietro: algunos verbos, como losauxiliares, permiten a los demás desplazarse en el tiempo y en elespacio. Tras el combate, las vidas de los amigos y las de susfamilias en Cerdeña cambiarán para siempre.