Toda mariposa piensa que exagera
y se debate entre abrirse –y dejar
que el viento mueva sus colores
en el estruendo de sus dos alas
batiendo– o cerrarse en cuchillo
y mirar de frente al sol.
Los poemas de Platón y asalariados son retratos que exceden los límites de su demarcación para contarnos otra historia. Un lugar en el que Giovanna degli Albizzi o Peter Brueghel conviven con numerosos seres y animales que logran conmover y extrañar, desde sus quehaceres cotidianos, al lector. Un mundo en el que “las ramas decidieron adoptar/ las teorías de Fibonacci”, o los vencejos asisten con regularidad a los oficios litúrgicos, y donde cada cual debe enfrentar la más dura y placentera ocupación: vivir.