La puesta en escena del Laques es sencilla: el diálogo tiene lugar en la palestra, donde se han reunido Melesias y Lisímaco, ciudadanos atenienses y padres de dos jóvenes adolescentes, con los generales Laques y Nicias, a fin de debatir sobre la conveniencia del entrenamiento con armas del que un tal Estesíleo ofrece una exhibición. A ellos se les une Sócrates. A partir de allí el diálogo deriva hacia el tratamiento de otras importantes cuestiones, como son el objeto de la educación, las características que debe reunir el buen educador, la naturaleza unitaria de la virtud o la naturaleza de la valentía. Y también, la importancia de la indagación y debate en común. En este sentido, el Laques constituye una potente herramienta propedéutica de la que Platón se sirve, no tanto en vista a transmitir doctrinalmente su propio pensamiento, cuanto a caracterizar cómo entiende la filosofía y a despertar en el lector la reflexión sobre cuestiones filosóficamente pertinentes y la revisión crítica de sus propias opiniones.