Se servía Miguel de Unamuno de la literatura, en todas sus formas, para explorar sus profundas convicciones filosóficas, de forma que estas impregnan la totalidad de una producción literaria que lo revela como un hombre crítico con su tiempo y un pensador excepcional.
Publicada en 1931, San Manuel Bueno, mártir es una de las novelas más conocidas de su autor y manifiesta una de sus mayores preocupaciones: la inmortalidad. Es la humilde aldea de Valverde de Lucerna el escenario donde se desarrolla la vida del párroco don Manuel Bueno, quien tras su fallecimiento es objeto de la promoción de un proceso de beatificación. Adorado por la bondad de su corazón, esconde sin embargo una profunda contradicción, una tragedia de conciencia que es desgranada a través del testimonio de la joven Ángela Carballino, vecina del pueblo. Es este un drama filosófico que, mediante el tormento y sacrificio del párroco, ahonda en la crisis de fe y en la respuesta moral ante ella.