La relación de Dora Maar y Pablo Picasso fue una historia tortuosa. Picasso inmortalizó a Dora en sus pinturas. Y de paso, la caricaturizó, ya que en lugar de ser reconocida como artista -una de las fotógrafas más importantes del surrealismo-, se convirtió, para muchos, en la musa desquiciada, en la mujer que llora. Este libro es un homenaje ilustrado y una bella reivindicación de una fotógrafa maravillosa.