Con este libro asistimos a un acto de justicia para reivindicar la memoria de un músico, de un castellano-manchego que, en palabras del autor ½se perdió la época dorada del resurgimiento de la zarzuela y del apogeo del género chico, los tiempos de Barbieri, Chueca, Chapí y Bretón; y llegó tarde a la segunda edad gloriosa del género que revitalizaron Jacinto Guerrero, Francisco Alonso, Soutullo, Vert, Moreno Torroba...+. Tomás Barrera fue uno de esos músicos que alegraron la vida de los aficionados de su tiempo y mantuvieron la llama del teatro musical entre esas dos generaciones gloriosas. Su gran talento y su sólida formación sirvieron a la causa en forma de composiciones efímeras que, aunque populares en su tiempo, apenas nadie recuerda ya. Pero su trabajo infatigable, junto con el de otros como él, fue el que permitió que el género lírico se convirtiese en la música reconocida internacionalmente que es hoy.
Con este libro asistimos a un acto de justicia para reivindicar la memoria de un músico, de un castellano-manchego que, en palabras del autor «se perdió la época dorada del
resurgimiento de la zarzuela y del apogeo del género chico, los tiempos de Barbieri,
Chueca, Chapí y Bretón; y llegó tarde a la segunda edad gloriosa del género que
revitalizaron Jacinto Guerrero, Francisco Alonso, Soutullo, Vert, Moreno Torroba...». Tomás Barrera fue uno de esos músicos que alegraron la vida de los aficionados de su tiempo y mantuvieron la llama del teatro musical entre esas dos generaciones gloriosas. Su gran talento y su sólida formación sirvieron a la causa en forma de composiciones efímeras que, aunque populares en su tiempo, apenas nadie recuerda ya. Pero su trabajo infatigable, junto con el de otros como él, fue el que permitió que el género lírico se convirtiese en la música reconocida internacionalmente que es hoy.