Se fue como el verano al llegar septiembre y de repente era invierno, porque la primavera es un otoño rebobinado, donde las hojas vuelven a sus ramas para poder caer. Así que me fui lejos, tan lejos que casi me ahogo en algún borde del mapa. En ese abismo encontré ocho chicas, todas distintas, para que nadie quedase sin sentirse identificado. Y regresé en forma de poema, de repente, como el infarto de un colibrí, para echar raíces en un tiesto rojo. Para quedarme.