Es una selección de poemas escritos a ratos, entre las brumas de unos atardeceres o unas madrugadas no siempre reconfortantes. Uno se muere a cada instante, en el momento en que levanta la cabeza y piensa: ya está. Uno se muere y nace cada día, así son estos poemas que hablan de finales, de comienzos o de pausas, que hablan al fin y al cabo de la vida misma enredada entre las pestañas. Uno se muere hablando coloquialmente, sin tapujos, como habla la gente de la calle y el vecino del quinto. Ese es el propós