Nueva York fue la eclosión de la vanguardia en la obra de Lorca y la eclosión de cierta visión multidisciplinar de las artes. Además del poemario Poeta en Nueva York, publicado por primera vez con carácter póstumo en México en 1940, es interesante constatar cómo de su estancia neoyorquina surge el sustrato para la posterior escritura de tres obras claves que abrieron caminos hacia una nueva visión del teatro lorquiano: El público (1930), Así que pasen cinco años (1931) y Comedia sin título (1936) […]
El guion Viaje a la luna (1929) puede considerarse como un precedente de las búsquedas que Lorca llevará a cabo en el teatro de vanguardia y como un intento de materializar una nueva poética basada en el simbolismo y en la construcción de imágenes visuales. Muchos elementos de El público proceden directamente de Viaje a la luna, hasta el punto de que el guion cinematográfico aclara y expande muchas de las ideas que posteriormente serían planteadas en el interior de la pieza teatral […]
Lorca redactó en Viaje a la luna un guion literario, con escasas indicaciones técnicas, que estaba numerado en 71 apartados, los cuales no se correspondían ni a la noción de plano, ni a la noción tradicional de escena. Cada apartado era el resultado de una alegoría, de un trabajo de imaginación visual. A pesar de ser una «película imposible», Viaje a la luna posee en su interior una serie de elementos que la conectan perfectamente con el universo poético y visual que Lorca exploró en 1929. Este universo poético surgió, tal como ha indicado Antonio Monegal, del hecho de que Viaje a la luna funciona como una obra clave en un momento de encrucijada artística.
La idea de un cruce artístico en torno a Viaje a la luna abre una puerta para poder vislumbrar la consideración que Lorca podía llegar a tener del cine como un medio de expresión capaz de crear una nueva poética vanguardista […]
Es cierto que la obra recoge un claro deseo orientado hacia el establecimiento de una poética cinematográfica por parte de Lorca, pero no deja de ser intrigante que solo existiera un manuscrito, que el poeta no hiciera ninguna otra copia y que al dejarlo a Emilio Amero pareciera querer desprenderse del mismo. Una posible hipótesis podría encontrar su justificación en el estado de ánimo que produjo a Lorca el estreno de Un chien andalou, dirigida por sus amigos de la Residencia. Esta hipotética vía abre de nuevo el debate en torno a si Viaje a la luna era una repuesta a esta película o si, por el contrario, era el punto de partida de una nueva poética que no acabó concretándose en el cine sino en las tres piezas del teatro imposible. De todos modos, el abandono del texto por parte de Lorca y su cesión a Amero no deja de ser un gesto enigmático, un gesto que contribuye a dimensionar la leyenda que envuelve la gestación de Viaje a la luna […]
Para poder llegar a comprender el guion de Lorca, más allá del universo simbólico del autor, es importante relacionar Viaje a la luna con el cine de otros poetas o artistas plásticos que en los años de la vanguardia realizaron importantes piezas cinematográficas que marcaron el nacimiento de un cine experimental. Este anexo cierra el libro.
Ángel Quintana [fragmentos]