Este revelador estudio demuestra cómo el capitalismo se infiltra en nuestros cuerpos seduciéndolos y
amaestrándolos a través de la estimulación de los sentidos.En el siglo XIX, los interiores domésticos de las clases acomodadas comienzan a llenarse de objetos preciosos y sofisticados: juguetes ópticos, pianolas, cajas de música, cromos desplegables o autómatas engalanados con prendas de vestir tan despampanantes como las de sus dueñas. Las ciudades de Occidente integran, al tiempo, lugares de ocio para disfrute de sus habitantes pudientes con atracciones de feria, planetarios, norias y los nuevos templos del consumo que son los grandes almacenes. Todos estos objetos y espacios novedosos presentan un aspecto en común: el propósito de atraer al público a través de la estimulación de los sentidos.
Mediante un enfoque que toma elementos de la historia de los sentidos y las sensibilidades, los estudios visuales, sonoros y la estética, Vidas excitadas explora a qué responde esta nueva cultura de masas dirigida a la sensorialidad. A lo largo de sus páginas veremos que ésta se revela ambivalente: implica elementos tanto de liberación como de control para el individuo. Si por un lado instrumentaliza las experiencias sensibles democratizando el gusto y el desarrollo de nuevas habilidades, genera, por otro, dinámicas de coacción de la voluntad, así como enfermedades inéditas hasta entonces. Más allá de los reduccionismos que han caracterizado los estudios sobre la cultura de masas, este libro presenta una perspectiva original para argumentar que la sensorialidad constituye el elemento rector de la sociedad de consumo capitalista.