En el año 2021, después de cuarenta años de Dictadura y cuarenta y cinco de Demo-cracia, la Universidad de Granada consiguió la «Declaración del Gobierno de España de reparación y reconocimiento personal en razón de haber padecido persecución y violen-cia durante la Guerra Civil y la Dictadura por razones políticas o de creencias», para una serie de profesores que no cometieron ningún delito, sino que fueron protagonistas de la edad de plata de la cultura española, de un renacimiento de las ciencias y las letras bru-talmente cercenado en 1936.
En Granada, desde el comienzo de la Guerra Civil, se produjo una dura e indiscrimi-nada represión, dirigida no sólo a los desafectos al levantamiento militar, sino también a los indecisos. La Universidad no fue ajena a esta represión y de forma intensa y rápida, pues la educación era uno de los pilares fundamentales de la República.
Uno de los profesores represaliados fue don Cayetano Cortés Latorre, catedrático de Botánica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada, de 1933 a 1936, un docente entusiasta, un investigador incansable, un luchador inconformista contra el des-tino, cuya biografía nos presenta José Antonio García López después de una exhaustiva investigación llevada a cabo en archivos, bibliotecas, hemerotecas, etc. El encubrimiento, el secretismo y las reservas sobre don Cayetano Cortés han sido una constante hasta nuestros días.
Don Cayetano Cortés Latorre, encarcelado desde 1936 hasta 1944, fue una de las muchas víctimas en que concurren cuatro elementos de la represión: intervención y con-fiscación de bienes, rápida depuración que lo separó de la Cátedra, responsabilidades políticas y persecución masónica. Se le obligó a un exilio interior que conllevaba unas condiciones de vida y trabajo durísimas, a una vida sumamente precaria material y mo-ralmente. Al doctor Cortés Latorre le corresponde pasar a la historia de la Universidad de Granada, junto al catedrático de Derecho Procesal doctor Bonilla Marín, como los primeros depurados que quedaron separados definitivamente de sus cátedras e inhabili-tados para cargo público.
Hasta 1963, con sesenta y siete años de edad, no pudo exiliarse a Cuba donde impar-tió docencia en la Universidad de La Habana hasta su fallecimiento en 1966.
Con esta obra, el autor se une a la acertada idea, aunque tardía, de la Universidad de Granada de reparación y reconocimiento personal, y recupera la memoria académica, política e institucional de don Cayetano Cortés para que su nombre y vida pasen a for-mar parte de la historia universitaria.