Después de una minuciosa investigación, el profesor García López saca a la luz a María Galvany, la cantante de ópera preferida por todos los públicos en su época, que sin bien nació en Mancha Real (Jaén) estuvo ligada a Pinos Puente, familiarmente, y a Granada que la lanzó al mundo del espectáculo. Con una base documental amplia destierra las falsedades que sobre este personaje, dotado por la naturaleza de una voz exclusiva, se han escrito. A lo largo de veinte años de carrera cantó en los principales teatros del mundo un repertorio variado de óperas que incluían Rigoletto, Carmen, El Barbero de Sevilla, Lucía, La Traviata... Grabó discos para las casas Edison, Pathé, Gramophone, Amberola y Víctor, que contienen dúos con figuras como Fernando de Lucía, Francesco Marconi o Titta Ruffo. Con su voz prodigiosa y dulce mirada, María Galvany sedujo y conmovió a todos los públicos ante los que actuaba. Fue adorada, considerada divina, inimitable, indescriptible, gloria nacional, reina imposible de destronar, solo comparable a los ruiseñores que lanzan sus trinos en los floridos cármenes del Albayzín. Para José Antonio García se conoce y se ha investigado este personaje más en el extranjero que en nuestra patria y se lamenta del olvido de quien paseó el nombre de Granada por todo el mundo.
Después de una minuciosa investigación, el profesor García López saca a la luz a María Galvany, la cantante de ópera preferida por todos los públicos en su época, que sin bien nació en Mancha Real (Jaén) estuvo ligada a Pinos Puente, familiarmente, y a Granada que la lanzó al mundo del espectáculo.
Con una base documental amplia destierra las falsedades que sobre este personaje, dotado por la naturaleza de una voz exclusiva, se han escrito. A lo largo de veinte años de carrera cantó en los principales teatros del mundo un repertorio variado de óperas que incluían Rigoletto, Carmen, El Barbero de Sevilla, Lucía, La Traviata... Grabó discos para las casas Edison, Pathé, Gramophone, Amberola y Víctor, que contienen dúos con figuras como Fernando de Lucía, Francesco Marconi o Titta Ruffo.
Con su voz prodigiosa y dulce mirada, María Galvany sedujo y conmovió a todos los públicos ante los que actuaba. Fue adorada, considerada divina, inimitable, indescriptible, gloria nacional, reina imposible de destronar, solo comparable a los ruiseñores que lanzan sus trinos en los floridos cármenes del Albayzín.
Para José Antonio García se conoce y se ha investigado este personaje más en el extranjero que en nuestra patria y se lamenta del olvido de quien paseó el nombre de Granada por todo el mundo.
